1-Soñé que estábamos todos en la mesa, un
inmenso pedazo de torta se derretía sobre la cabeza de mi madre, que desde la
cabecera y en el más brutal llanto repetía incansablemente, “todo lo hago mal”. Yo avanzaba entre todas
las miradas del juicio y en un acto de compasión y egoísmo la abrazaba contestándole
al mismo tiempo, “no todo, a mi me hiciste bien”. Ahí fue cuando me di cuenta
que todo era un sueño, porque jamás abrazo a mi madre.
2-Mi hermana soñó que se le caían todos los
dientes, cuando lo conto todos coincidían en que según recordaban era señal de
buen augurio; pero recordaban mal y yo lo sabía. Algo se había roto. Cuando el
silencio se vuelve cotidiano, es porque ya no hay nada más que hablar; para que
nombrar lo evidente, para que nombrar lo que no lo es tanto.
3-Soñé otra vez con él. La prudencia viaja en
el último vagón. Adelante solo el ruido de la locomotora arrogante se deja oír,
desde acá no nos va a aturdir, acá podemos dormir si queremos o viajar bien despiertos.
Lo que sí es seguro, en un valiente acto, en el último vagón se puede soñar
despierto.
4-Pocho tiene los sueños más elaborados, o una
mente memoriosa. Sueña a lo grande, con principio, nudo y desenlace. Los más
grandes delirios que he escuchado se organizan en su cabeza en estructuras
asombrosas e ingeniosas. Dios quiera que nunca me toque tener que interrumpir
su sueño, odiaría ser el culpable del fin de su fantástico mundo que tanto bien
le hace.
5-Los sueños son la poesía más poética que un
poeta puede imaginar. Nada de vueltas, nada de realidad, solo el caos ordenado
de la mente humana en su estado natural. A nosotros solo nos queda interpretar,
hacerlos mentira, atarlos para que no levanten vuelo y se pierdan en la
inmensidad del todo; quizás celosos de su naturaleza infinita, quizás bajo la
angustia de nuestra condición finita.
6- En la cama del
hospital mi viejo adornaba su infarto frustrado con falsos sueños; falsos no solo
por su estado despierto y sus ojos abiertos, sino también por su falta del
recuerdo. Cuantos no nos habrá contado, y de cuantos nos habrá privado en su
interpretación física inducida por los narcóticos que tanto esperábamos sus
espectadores fieles. Se pudo ver al descubierto que los sueños son verdades en
bruto, encarguémonos de hacerlos mentira para así poder digerirlos.
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