miércoles, 13 de febrero de 2013

Morfeo nos habla.




1-Soñé que estábamos todos en la mesa, un inmenso pedazo de torta se derretía sobre la cabeza de mi madre, que desde la cabecera y en el más brutal llanto repetía incansablemente,  “todo lo hago mal”. Yo avanzaba entre todas las miradas del juicio y en un acto de compasión y egoísmo la abrazaba contestándole al mismo tiempo, “no todo, a mi me hiciste bien”. Ahí fue cuando me di cuenta que todo era un sueño, porque jamás abrazo a mi madre.
2-Mi hermana soñó que se le caían todos los dientes, cuando lo conto todos coincidían en que según recordaban era señal de buen augurio; pero recordaban mal y yo lo sabía. Algo se había roto. Cuando el silencio se vuelve cotidiano, es porque ya no hay nada más que hablar; para que nombrar lo evidente, para que nombrar lo que no lo es tanto.
3-Soñé otra vez con él. La prudencia viaja en el último vagón. Adelante solo el ruido de la locomotora arrogante se deja oír, desde acá no nos va a aturdir, acá podemos dormir si queremos o viajar bien despiertos. Lo que sí es seguro, en un valiente acto, en el último vagón se puede soñar despierto.
4-Pocho tiene los sueños más elaborados, o una mente memoriosa. Sueña a lo grande, con principio, nudo y desenlace. Los más grandes delirios que he escuchado se organizan en su cabeza en estructuras asombrosas e ingeniosas. Dios quiera que nunca me toque tener que interrumpir su sueño, odiaría ser el culpable del fin de su fantástico mundo que tanto bien le hace.
5-Los sueños son la poesía más poética que un poeta puede imaginar. Nada de vueltas, nada de realidad, solo el caos ordenado de la mente humana en su estado natural. A nosotros solo nos queda interpretar, hacerlos mentira, atarlos para que no levanten vuelo y se pierdan en la inmensidad del todo; quizás celosos de su naturaleza infinita, quizás bajo la angustia de nuestra condición finita.
6- En la cama del hospital mi viejo adornaba su infarto frustrado con falsos sueños; falsos no solo por su estado despierto y sus ojos abiertos, sino también por su falta del recuerdo. Cuantos no nos habrá contado, y de cuantos nos habrá privado en su interpretación física inducida por los narcóticos que tanto esperábamos sus espectadores fieles. Se pudo ver al descubierto que los sueños son verdades en bruto, encarguémonos de hacerlos mentira para así poder digerirlos. 


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