miércoles, 13 de febrero de 2013

Sean bienvenidos a conocer el infierno.



Sean bienvenidos a conocer el infierno.
Sean bienvenidos a conocer el infierno; donde sumergido en la impotencia, ves tu propio vida derrumbarse ante tus ojos, una y otra vez.
Donde tu felicidad implica la tristeza de quien más amas.
Donde al ver a la muerte sentarse junto a  tu padre, el miedo se opaca frente al consuelo, el anhelo de libertad, y la culpa que viene con ellos.
Donde la gente que más te agrada como el tabaco lentamente te mata, como el tabaco te abraza, como el tabaco te lastima, como el tabaco te dice y recuerda que solo sufriendo lo podes dejar.
Donde el tercer llanto del día no parece demasiado, porque ya es rutina. En la calle, en el colectivo, en un baño, en la soledad, frente a todos, ante nadie.
Donde mentirse a uno mismo ya no surte efecto y mentirle a los demás ya no se puede aguantar.
Donde el ser y el pertenecer parecen incompatibles, logrando que el mundo y tu alma ya no toleren mirarse a los ojos sin desesperar.
Donde sentís que la locura a cada instante te llama pero egoístamente no te quiere llevar.
Donde al ver que la vida es solo un reloj, al igual que la muerte pierden sentido y al fin te ves flotando en el vacío; solo, triste, y sin Dios.
Donde las únicas palabras que tu boca necesita pronunciar, se traban y acumulan en tu garganta; sin saber cuantas más soportara.
Donde otros seres del silencio al encontrar tu mirada te recuerdan que este infierno es mucho más, y como tu propio reflejo en el cristal gritan sin voz.
Donde nunca sos por completo, y hasta más cercano a la nada te parece estar. Cuasi-vivo es peor que muerto, por eso el infierno es callar.
Pasen y echen un vistazo, que la puerta de salida burlonamente siempre a tu lado esta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario