Por extraño que parezca, fuiste entrando en mis sueños
sigilosamente y casi sin que me diera cuenta. Me acuerdo como si se proyectaran
en este instante las imágenes mis ojos;
Recuerdo que iba caminando por la calle sin pensar en nada cuando pasaste por
la vereda de enfrente a paso rápido y en dirección contraria, no dijiste una
palabra, no me miraste, ni siquiera levantaste la mirada. Igualmente parecía no
importarme mucho ya que seguí caminando como si nada hubiera pasado, pero había
soñado con vos.
La segunda vez si me miraste, lo recuerdo bien. La misma
calle, la misma vereda, los mismos ojos que esta vez se levantaron. Me miraste
y sonreíste, pero no dijiste nada; solo diste un salto y saliste volando
dejándome allí como una zarigüeya mirando el celeste cielo en el que te
perdiste. Aquella noche al despertarme, volvió a mi mente aquel primer sueño
que prácticamente había pasado sin penas ni gloria en el historial de mis
imaginaciones noctambulas. Pero no se si esto último también lo soñé.
Recién al sexto sueño me saludaste y solo porque yo lo había
hecho antes, lo que no entiendo es por que paso tanto tiempo hasta que ocurrió
esto, si después de todo era mi sueño. Igualmente solo importa que ocurrió y
comenzó mi preocupación, por qué estabas vos tan seguido en mis fantasías; qué
extraño pacto habías hecho con Morfeo.
La cuestión es que luego de un tiempo ya eras una cita
pendiente en mis noches. Desnudo en el medio de la clase, y sentada a tres
bancos estabas vos; cayendo en un pozo eterno y cayendo al lado estabas vos;
perseguido por una tribu de indios y al lado riéndote conmigo estabas vos. Tal vez el haber colgado un atrapasueños en el lado derecho de mi cama tuvo que ver
con todo esto. Solo se que hasta llegué a creer que te conocía mejor que nadie,
y más ridículo aun, que vos me conocías más que yo mismo.
Y todo esto lo soñé una noche. Hace ya tantos años, cuando
te conocí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario