lunes, 12 de marzo de 2012

Perros guardianes



Como todas las venditas medianoches en el camino a casa, pase por aquella esquina donde esta la garita de seguridad privada de una casa de las importantes, con sus hinchapelotas perritos guardianes.  Esta vez iba distraído pensando en mis cosas y me tomaron de sorpresa, el cagaso que me pegue no se puede expresar en pocas líneas; después de reaccionar al susto les hice frente para que cerraran el maldito hocico y en seguida retrocedieron  aunque seguían ladrando. Justo el guardia salió de la garita y arto de la misma situación que ya hace tiempo se venia repitiendo le empecé a reprochar con enojo. Me pedía disculpas como queriéndome hacer entender la inseguridad que se vive en las calles de hoy, pero no logro calmarme; entonces le grité, “educa a tu pueblo si no queres que te robe”. Más tarde al seguir caminando me di cuenta de que no era al guardia al que le gritaba sino a esa parte de mi sociedad que prefiere desentenderse de la culpa y de la responsabilidad que todos tenemos frente a la formación de un pueblo.
Pensando en estas cosas también  recordé los largos pasillos verdes y desolados que tenia que recorrer para ir a mi antiguo trabajo. Hermoso cercos de metros y metros, a uno y otro lado de la calle interminable que había quedado como residuo entre los grandes barrios cerrados. Gracias a dios siempre fui un hombre no de valentía sino de sana inconsciencia, lo cual me permitía poder hacer ese recorrido sin preocupación de que algo sucediera. Porque siendo realista, la inseguridad existe; pero de seguro que el crear esos grandes centros de auto prisión domiciliaria, lo único que logran es ignorar y trasladar la inseguridad a otro lado; más precisamente a ese gran pasillo desolado por el cual yo paso.
Pobres perritos guardianes, al fin y al cavo solo ladran porque tienen miedo; o mejor dicho porque su dueño los manda porque tiene miedo. Quisiera poder  sentir ese miedo que muchos tienen, y no la culpa que algunos aceptamos. Lo que si me consuela es que se que del miedo salen ladridos, y de la culpa las soluciones.

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